Por Vanesa O' Toole
Cuando vi por segunda vez “El ciudadano ilustre” (2016), dirigida por Gastón Duprat y Mariano Cohn, escrita por Andrés Duprat e interpretada por Oscar Martínez y un magnífico elenco, me quedé pensando en una escena en particular.
Mi intención no es hablar de la película, ya que mucho se ha hablado y nada nuevo hay para aportar, pero sí quiero detenerme en una reflexión del personaje que tiene por protagonista a esta historia.
Daniel Mantovani es un escritor que nació en el pueblo de Salas y la vida lo llevó a vivir en Europa, para radicarse finalmente en España. Allí tiene una carrera fructífera como escritor, llegando a ganar incluso el premio nobel de Literatura.
El personaje es riquísimo por donde se lo mire y, en cierto sentido, es el sueño realizado de todo escritor. Porque, seamos sinceros, ¿qué autor no soñó alguna vez con ganar algún premio, ser reconocido por sus escritos y vivir de su literatura?
A premio nobel no llega cualquiera y considero que es una meta demasiado grande, pero que nuestros libros gusten, se vendan y, sobre todo, que se lean, es a lo mínimo a lo que aspiramos quienes nos dedicamos a escribir.
Y acá es donde una reflexión del personaje me lleva a mí, como escritora, a pensar un poco más acerca de nuestro trabajo: ¿cuándo escribe un escritor?
En palabras de Mantovani, un escritor escribe cuando tiene algo para decir.
Hace un tiempito terminé de trabajar en la reescritura de AQUELARRE 3: La isla en el Aire. Le dediqué dos meses intensivos a una corrección exhaustiva y al agregado de escenas que la historia necesitaba incorporar.
Pero, una vez terminado mi trabajo, me quedé, literalmente, sin palabras.
Y si bien quise continuar con otros proyectos de escritura, algunos pude encararlos y otros, todavía están a la espera. ¿Será que aún no encontré lo que quiero decir a través de esos nuevos proyectos?
A veces los escritores nos sentimos en la obligación de escribir todo el tiempo y de producir como si no hubiese un mañana. Y si bien, produciendo mucho, puede surgir algún que otro proyecto interesante, pocas veces estos escritos resultan realmente profundos.
Al personaje de Daniel Mantovani le llevó cinco años volver a tener algo para decir. Y creo que nosotros, como escritores, deberíamos aprender de su experiencia y saber frenar para hacernos esta misma pregunta:
"¿Qué tengo para decir con este proyecto?"
No importa cuánto nos lleve encontrar la respuesta; los tiempos de uno no son los mismos para todos.
Pero sí creo necesario saber frenar para escuchar y para escucharnos, no solo a nosotros, sino también a lo que está pasando, porque, queramos o no, lo que vivimos, lo que sentimos y lo que experimentamos siempre va a terminar atravesando, de una manera u otra, nuestra literatura.
Nosotros, como escritores, podemos escribir acerca de lo que sea. Pero nuestros escritos van a tener un valor agregado si, a través de ellos, llegamos a interpelar sobre determinados temas, a invitar a la reflexión, a ayudar a cuestionar...
Cada escritor, en algún momento de su existencia, se preguntará e indagará en para qué y por qué escribe.
En este momento, sigo en la búsqueda.
No sé cuánto me llevará concretar el próximo proyecto, pero de algo estén seguros: el día en que les presente una nueva historia, será porque encontré lo que tengo para decir.
Y vos, cuando escribís, ¿pensás en lo que querés decir o dejás que el tema surja por sí solo?
¡Contame tu experiencia en los comentarios!